Como os he ido adelantando en mi Twitter, se está cocinando un nuevo proyecto, seguramente para el mes de marzo, del que podréis disfrutar en este blog y que tiene mucho que ver con Donosti, la tierra de nuestros chicos de La Oreja de Van Gogh. De momento, no puedo decir nada más porque al ser solamente una persona la que lleva este blog, es decir, yo mismo, tengo aún que pensar cómo cuadrar el tiempo, pues va a ser muy costoso lo que tengo en mente. La idea de momento es que haya una sola entrada mensual sobre este nuevo proyecto en el que me embarco.
Respecto a los que me preguntáis por una nueva entrada dedicada a otra canción de los chicos, hay que esperar al lunes 4 de febrero. Ya sabéis que a través de Twitter podéis decirme cual de las tres opciones: 1. Coronel, 2. Dos Cristales, y 3. Un cuento sobre el agua, es la que os gusta más.
Espero que todo siga tan bien como ha empezado (o mejor).
Si hay una canción que sin duda permanece imborrable, inmutable en la mente de los fans de La Oreja de Van Gogh es ''El 28''. En mi caso, y seguro que en el de muchos de vosotros, éramos unos enanos cuando por primera vez sonó esta canción. Pero vaya que canción. Mejor dicho, ¡vaya que grupo!. Sí, que grupo porque a pesar de haber pasado por épocas buenas o malas, por momentos en los que debido a la edad o a la carencia de tantos medios como hoy en día, hemos podido seguirlos más o menos, ésta canción es imborrable.
El momento en que la canción ''El 28'' fue publicada queda lejos ahora, pero sigue formando parte de nuestras vidas y de nuestras giras. Sí, ésas que siempre vivimos con la misma intensidad, emoción y alegría. Pues no cabe duda de que esta canción fue el inicio de un sueño no sólo para unos jóvenes donostiarras sino también para un pequeño, joven y adulto colectivo de personas expandido por el mundo entero. Era el inicio de una etapa de éxito, quizás de incertidumbre para un grupo que hasta hoy en día, a pesar de su indiscutible éxito, todavía conserva la sencillez, cercanía del primer día, algo que los hace entrañables y admirables desde sus inicios.
Pero la protagonista de la canción no nos abre las puertas que nos llevan a conocer su futuro, sus sueños, sus deseos... Nos abre las puertas de su pasado. Desde ese autobús, el 28, recuerda un amor que "hace mucho que pasó" pero cuyo recuerdo sigue latente en la mente y en el corazón de la protagonista. Son esos recuerdos, ese contraste entre el presente y el pasado, los que crean una perfecta mezcla de nostalgia, pero a la vez de satisfacción y plenitud que nos atrapan desde el primer segundo de la canción. Un cielo lluvioso (símbolo de la inquietud, quizás de la falta de amor en el presente quedándole solo los recuerdos), un cielo rojo (la pasión, la intensidad amorosa del pasado)... El paisaje se mimetiza a la perfección con la protagonista. Un autobús, el 28, que parece llegar tarde, que luego marcha, quizás nos indique que es demasiado tarde para el perdón, para retomar una relación entrañable del pasado. ¿Y qué hay de ese reloj inicial? Quizás nos indica el paso inexorable del tiempo, un tiempo que nunca vuelve, pero que en el pasado fue oro. Estos elementos son los que más me sobrecogen.
Nunca un paseo por los recuerdos se escribió mejor, nunca nos hizo sentir tanto. Ese paseo forma parte de nosotros, es la bandera de muchos fans que estuvimos, estamos y estaremos siempre con La Oreja de Van Gogh. Nunca tenéis que dudar chicos, ni de que os queremos, ni de que os admiramos, ni de que cada minuto de nuestras vidas os recordamos. No cometeremos el mismo error que el amor de la protagonista. No dejaremos que aquellos que aportan felicidad, luz, alegría e incluso serenidad a nuestras vidas se nos escapen.